Parece que algún bandido que recorre los mares enterró allí un valioso tesoro, y no hubo más opción que ir en su búsqueda. Y, ya de paso, conocer un poco más sobre el valor del patrimonio local, además de jugar y divertirse a las afueras de la Iglesia de Santa Olaia.
Los más pequeños quedaron totalmente preparados para la vida pirata!
Eso es lo que muestran las fotografías que dejamos aquí abajo